lunes, 20 de abril de 2015

Destinatarios de 2 Juan

 El anciano” envió su carta a “la señora elegida y a sus hijos” (v. 1). Se alegra mucho de saber que algunos de los hijos de esta señora elegida “caminan en la verdad” (v. 4). El utiliza el pronombre personal vosotros cuando les dice que tiene mucho que escribir pero que espera visitarlos pronto (v. 12). Finalmente, concluye su segunda epístola transmitiendo los saludos de la hermana de la señora escogida (v. 13).
Algunos expositores toman literalmente las palabras “a la señora escogida y a sus hijos”, y entienden que se trata de “la Señora Elegida” o “una Señora Elegida”. Hasta hay quienes hacen una transliteración de las palabras griegas y las presentan como nombres propios: “la Señora Electa”, o “la elegida Kuria”, o “Electa Kuria”. Sin embargo, la evidencia a favor de un uso común de estos nombres griegos transliteralizados es casi inexistente en la literatura griega. Por lo tanto, solamente las dos traducciones, la señora elegida (o escogida) y una señora elegida (o escogida), son válidas.
Pero aun si aceptamos que podemos entender el apelativo literalmente—una dama elegida y sus hijos—podemos de todos modos entender estas palabras como una referencia a una iglesia local. En tal caso, la frase y sus hijos designan a los miembros de la iglesia. Asimismo, el último versículo de la carta: “Los hijos de tu hermana elegida envían sus saludos” representa otra manera de decir que los miembros de una iglesia hermana envían sus saludos. Nótese que los hijos son los que envían los saludos, no su madre. Si tomamos la redacción literalmente, tenemos que llegar a la conclusión de que la hermana de la señora elegida ya no está viva. Por el contrario, si interpretamos que la expresión señora elegida se refiere a la iglesia, tenemos una explicación aceptable. No cabe duda de que “el anciano” (v. 1) es miembro de esta iglesia en particular.
Además, los cambios del singular al plural (el singular de los vv. 4, 5, 12 frente al plural de los vv. 6, 8, 10, 13) hacen más probable que la referencia apunte a una iglesia más que a una persona en particular. Me apresuro a agregar que estos cambios no siempre son perceptibles en la traducción a determinados idiomas. Si tenemos en cuenta el uso del plural vosotros o de sus variantes verbales, parecería que el escritor se estuviese dirigiendo no a una sola familia sino a toda una comunidad.
Aparte de esto, los apóstoles Pedro y Pablo personifican a la iglesia con un nombre femenino. Por ejemplo, en su primera epístola, Pedro escribe: “La que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, os envía sus saludos” (1 P. 5:13). Es evidente que él quiere decir: “La iglesia de Roma… os saluda”.
Y Pablo llama a la iglesia “la virgen” o “la esposa de Cristo” (2 Corintios 11:2; Efesios 5:25–29). En definitiva, entonces, la identificación femenina que se usa en 2 Juan para una congregación armoniza con una forma de expresarse que encontramos en otros lugares.
Simplemente, no nos es posible determinar dónde vivían los destinatarios de 2 Juan. Si tenemos en cuenta el largo ministerio de Juan en Éfeso, conjeturamos que éste dirigió su carta a una iglesia determinada que le era bien conocida y que estaba situada en la parte occidental del Asia Menor.[1]

[1] Kistemaker, S. J. (2007). Comentario al Nuevo Testamento: Santiago y 1-3 Juan (pp. 240–241). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

INTRODUCCIÓN

Nos exponemos a una de las epístolas más breves que hay en el NT, más breve incluso que Filemón y Judas. Contiene 245 palabras. Nuestro primer pensamiento es estar ante una carta que no ofrece mayores complicaciones; sin embargo, no es así. El hecho de que escriba el anciano a la señora elegida y a sus hijos (v. 1) ya invita de descifrar lo que ello significa.
Siendo una epístola breve, es posible que haya sido escrita en una sola hoja de papiro de tamaño estándar, debido a que pertenece a lo que podríamos llamar un tipo de correspondencia privada convencional. En su forma tradicional, sigue el clásico estilo epistolar de la época, vale decir, con una introducción, un contenido central y una conclusión.
Asimismo, comparte temas muy similares con sus “hermanas” (1 Jn. y 3 Jn.), como por ejemplo, el autor es identificado como el anciano (2 Jn. 1; 3 Jn. 1); el anticristo (1 Jn. 2:18 ss.; 2 Jn. 7); el tema de la verdad y el amor (varios pasajes de 1 Jn.; 2 Jn. 1–3; 3 Jn. 3, 4, 6); y la referencia al papel y tinta (2 Jn. 12; 3 Jn. 13).
Parece importante destacar que 2 Juan es más cercana a 1 Juan en cuanto a contenido. Las ideas doctrinales tratadas son casi idénticas, por cierto que en 1 Juan son más ampliamente tratadas. Algunos eruditos han considerado que esta estrecha relación implica una de dos posibilidades: primera, que 2 Juan sea un resumen de 1 Juan y, segundo, que 1 Juan sea el cumplimiento de la promesa del autor de la epístola cuando dice que tengo muchas cosas que escribiros (v. 12). Con todo, no se hace necesario pensar de esta manera debido a que la evidencia del mismo texto indica no he querido comunicarlas por medio de papel y tinta …, pues esperaba hacerlo cara a cara. La tradición cristiana sostiene que 2 Juan trata en breve lo que 1 Juan hace con amplitud.
Toda la correspondencia juanina (sus tres epístolas, el cuarto Evangelio y el Apocalipsis) muestran la severa crisis por la que estaba atravesando la iglesia en general y en particular las congregaciones que tenían la influencia del gran apóstol del amor.
LA HISTORIA DE SU UBICACIÓN EN EL CANON
Por otro lado, es interesante pensar en la preservación de este documento tan breve. En la historia del proceso de canonización de los documentos del NT, el Canon Muratorio reconoce Primera y Segunda Juan (200 d. de J.C.); en el Canon de Orígenes (250) forma parte de los Libros Disputados. De la misma manera en el Canon de Eusebio (300), aun cuando se agrega el concepto de ser “disputado pero conocido”. Para el año 397 en el concilio de Cartago es incorporado en el canon del NT. Las razones principales de su incorporación obedecen al hecho de reconocer que este es un documento escrito por el apóstol Juan y a su vez se reconoce su calidad de documento inspirado y de gran contenido espiritual. Así es el testimonio de Clemente de Alejandría, Orígenes y Dionisio. El listado de Atanasio, que data del año 367 aprox., incluye las tres epístolas de Juan, listado que más tarde sería aprobado por los concilios de Hipona (393) y el de Cartago (397). Asimismo, 2 Juan es reconocida en el listado de libros del NT que la iglesia en África reconoce (Canon Mommseniano de 360). Aprox en 508, en la Versión Filoxeniana (derivada de la Peshita: Versión siríaca de la Biblia), se incluyó esta epístola de Juan en el Nuevo Testamento (junto con otros libros tales como 2 Pedro, Judas y Apocalipsis).
LA AUTORÍA Y DESTINO DE LA EPÍSTOLA
El autor de la epístola se describe a sí mismo como el anciano (comp 2 Jn. 1 y 3 Jn. 1). Esto contrasta con las personalizadas epístolas que Pablo escribiera. No es claro el uso del término anciano. Pero debemos admitir que el anciano era un personaje familiar y conocido para los destinatarios de esta epístola. Si el concepto significara solamente “una persona de edad o con experiencia” no es lo más relevante, sino más bien su posición que según lo que se desprende de la epístola, es una posición de líder u obispo.
No es de extrañar esta designación para un líder, ya que en el judaísmo los distinguidos líderes y maestros de las comunidades religiosas eran llamados “ancianos” (Mar. 7:3, 5; 11:27; Hech 4:5). De la misma manera fue costumbre en las comunidades cristianas primitivas el designar a sus líderes con el término “ancianos” (Hch. 11:30; 15:2; 1 Tim. 5:17; Tito 1:5; 1 Ped. 5:1).
Cuando el autor de esta epístola decide llamarse anciano y no hacer uso de su nombre no solo está revelando que su posición entre las comunidades cristianas era venerada sino que además asume una autoridad sobre sus lectores a quienes conoce en una forma muy íntima (esto está claramente evidenciado en toda la correspondencia que se ha identificado como material escrito por Juan). Además, la fuerza de su instrucción revela su influencia y sentido de responsabilidad que siente el autor por la comunidad cristiana. Se hace necesario agregar que si bien su escrito tiene gran fuerza de autoridad no deja de mostrar ese sentido de afecto y cariño que siente por los creyentes. Por ello, para el autor de esta epístola, el título anciano es apropiado.
Una mala interpretación del testimonio de Papías ha conducido a la hipotética existencia de un “Juan el anciano”, el cual sería distinto del apóstol Juan (comp. Eusebio: Historia eclesiástica, tomo I, libro 3, cap. 39; e Ireneo: Contra los herejes, libro 5, caps. 33 y 36). La bien conocida referencia de Papías a Juan el anciano incluye en esta referencia a un número de los apóstoles a quienes designa bajo el mismo concepto de “ancianos” (los apóstoles mencionados son Pedro, Andrés, Jacobo, Felipe, Tomás, Juan y Mateo). Si esta tradición fuese válida, entonces Juan el anciano (distinto de Juan el apóstol) sería un depositario y proclamador de la tradición apostólica, contrario a la infiltración herética que experimentaban las comunidades cristianas en la zona de Asia Menor.
Independientemente del hecho de querer establecer que Papías quiso hacer una distinción entre Juan el apóstol y Juan el anciano, lo real es que él no vio incongruencia en llamar a los apóstoles “ancianos”. De modo que concluir que el “anciano” de 2 Juan y 3 Juan no sea el apóstol Juan sería simplemente un error. En lo referente a los destinatarios de esta epístola, la evidencia interna indica que está dirigida a la señora elegida y a sus hijos. El texto griego puede suponer a lo menos cinco posibilidades de traducción: la primera puede ser “Electa Chyria” (ambos términos como nombres propios); la segunda puede ser “Electa la señora” (solo el primer término concebido como nombre); la tercera puede ser “la electa Chyria” (donde el segundo término puede ser traducido como nombre); la cuarta puede ser “la señora elegida” (como lo traduce nuestra versión); y la quinta posibilidad puede ser “a una señora elegida” (puesto que el texto griego no tiene la presencia del artículo definido).
De todas estas posibilidades la que más interpreta el sentido de la epístola es la traducción de nuestra versión, es decir la señora elegida, toda vez que la intención del Apóstol al escribir es evidentemente específica. Sin embargo, se hace necesario preguntarse: ¿Quién es esta señora elegida?
Hay una teoría que indica que se trata de una persona conocida para el Apóstol Quienes sostienen esta posición argumentan lo siguiente: en primer lugar, una lectura simple del documento permite este obvio entendimiento de las palabras escogidas para este documento; segundo, que la referencia a los hijos de la señora es claramente inteligible si ellos ya son mayores; tercero, el saludo del v. 13 que dice los hijos de tu hermana elegida te saludan están dentro de esta tonalidad y, por lo tanto, deben ser considerados literalmente. Según esta interpretación, el Apóstol se dirige a una distinguida señora cristiana, a quien le advierte de los peligros de la falsa enseñanza, incluso exhortándole a que no les de la bienvenida en su casa e indicándole su interés en irle a ver pronto.
La otra teoría sostiene que la señora elegida y sus hijos es una personificación de la comunidad cristiana. Sus argumentos son los siguientes: primero, que no es una señora distinguida a quien el Apóstol manifiesta su amor, sino a todos aquellos que son conocedores de la verdad, lo que indica que esta comunidad cristiana era una comunidad conocida por muchos; segundo, no hay mención de nombres específicos ni para ella, ni para sus hijos, ni para su hermana, ni para los hijos de su hermana (véase los versos 1 y 13) lo que indica que no es una epístola dirigida a un individuo; tercero, el contenido central de la epístola es más apropiado para una comunidad que para un individuo; cuarto, el uso prominente del segundo pronombre personal “vosotros” (plural) en vez del segundo pronombre personal “tú” (singular) indican que a quienes está dirigida la epístola es más una comunidad que una familia; quinto, la aplicación del nuevo mandamiento del Señor referido en el v. 5 tiene más aplicabilidad si se entiende en el contexto de relaciones con una comunidad que con una familia; y, sexto, no es la primera vez que se personifica a la iglesia en forma femenina (Efe. 5:29 ss.; 2 Cor. 11:2 ss.; 1 Ped. 5:13).
Reconociendo la dificultad de identificar con precisión los destinatarios de este breve documento, y entendiendo que ambas teorías pueden ser viables, para el autor de este comentario la señora elegida es una personificación de una comunidad cristiana ubicada geográficamente en un área del Asia Menor.
LA OCASIÓN QUE ORIGINA LA EPÍSTOLA
De la correspondencia juanina (el cuarto Evangelio y las tres epístolas) se puede deducir que las iglesias que estaban bajo la influencia doctrinal del apóstol Juan estaban compuestas por dos grupos de creyentes. Por un lado, estaban los cristianos de origen judío quienes había profesado su compromiso con Jesús pero seguían sintiendo un grado de lealtad hacia el judaísmo. Para ellos era difícil entender y aceptar el mesianismo de Jesús y estaban muy apegados a la ley, a la que le daban un lugar de mucha importancia y honor. Es posible que este grupo sea el que se conoce en la historia del cristianismo como los ebionitas.
La otra composición de las iglesias era de cristianos helenistas (incluidos judíos que vivieron en el mundo helenista) que venían con el trasfondo religioso del mundo pagano y que mantenían la influencia de aquellas creencias consideradas sagradas en el sistema helenístico acerca de la salvación. Este esquema de salvación, sostenido por los helenistas dependía del dualismo (gnosticismo). A este grupo de cristianos les resultaba difícil aceptar la humanidad real de Jesucristo, considerando que la persona de Jesús solo era una “apariencia” y no una realidad.
Sobre este particular se puede identificar la postura del docetismo, incluso la enseñanza sostenida por un maestro gnóstico llamado Cerinto. Digamos, para los efectos de nuestro entendimiento, que aunque las indicaciones neotestamentarias sobre el gnosticismo son muy incipientes, no por ello son insignificantes. En los días de los apóstoles había maestros que, tomando impulso del judaísmo, se dejaron influenciar por especulaciones con respecto al tema de los ángeles y espíritus, especulación que tuvo por característica principal un falso dualismo (la materia es mala, el espíritu es bueno) el cual condujo a un ascetismo extremista, por un lado, y a un libertinaje inmoral por otro lado (comp. Col. 2:18 ss.; 1 Tim. 1:3–7; 4:1–3; 6:3 ss.; 2 Tim. 2:14–18; Tito 1:10–16; 2 Ped. 2:1–4; Jud. 4, 16; Apoc. 2:6, 15, 20 ss.).
También hubo una tendencia hacia la especulación filosófico-religiosa, de la cual Cerinto es su máximo exponente, en donde se distingue al Jesús hombre del Cristo (es decir, el Cristo vino a morar en Jesús hombre al momento de su bautismo y lo abandonó momentos antes de su sacrificio en la cruz del Calvario), entendiendo al Cristo como un espíritu superior (comp. Juan 1:14; 20:31; 1 Jn. 2:22; 4:2, 15; 5:1, 5, 6; 2 Jn. 7).
A partir de este postulado doctrinal (que primero fue especulativo, luego fue un postulado popular y se transformó en un movimiento sincretista), que distingue el mundo material del mundo espiritual, Dios, que es el Supremo Espíritu, no pudo haber creado las cosas y los seres humanos en forma directa, sino que hizo uso de “seres intermedios o eones” para poder ejecutar su obra creadora. Aquí entra en la escena un personaje llamado el Demiurgo, quien es identificado por el gnosticismo como el Dios del AT, un ser inferior al Espíritu Supremo, el cual se da a conocer en el Cristo del NT que toma posesión del hombre-Jesús.
La lucha que sostiene el alma del hombre con la presencia del mal revela la existencia del mundo de la pureza, ya que la realidad del mundo en la que el hombre vive solo habla del mal (porque es materia). La victoria sobre el mal solo se logra a través del envío de un emisario que viene del mundo de las luces. Ese emisario es identificado con el Cristo (no con Jesús). El tener participación en este “acto de redención” solo era posible a través de los ritos secretos del gnosticismo. Esto, según el gnosticismo, era conocimiento avanzado (vea el comentario sobre el v. 9). Por ello, la doctrina del material juanino tiene como elemento cardinal un balanceado entendimiento de la persona de nuestro Señor Jesucristo, a saber Dios-Hombre.
De manera que para el momento en que escribe Juan sus epístolas, la situación parece estarse desarrollando con una fuerza casi insospechada. La fricción ha aumentado, y la polarización de los puntos de vista cristológicos estaba en todo su proceso, así que aquellos que tenían un “bajo concepto” cristológico se inclinaban hacia una posición ebionista (judía) y quienes tenían un “alto concepto” cristológico llegaban más claramente a una posición gnóstica (docetismo); la separación era una realidad y las implicancias éticas en ambos casos comenzaba a emerger, con un fuerte énfasis en la ley, en el sector judío (comp. 1 Jn. 2:7, 8; Gál. 3:5), y una indiferencia hacia una conducta correcta, incluido el amor, como característica de los adherentes al helenismo (1 Jn. 3:10, 11; 2 Ped. 2:19).
Es fácil de entender que al chocar todas estas interpretaciones con la ortodoxia de Juan, se provocaron divisiones que obligaron a estos creyentes a abandonar la comunidad cristiana ya que sus postulados no tenían lugar en su seno.
FECHA DE COMPOSICIÓN DEL MATERIAL JUANINO
Asumiendo que las epístolas de Juan fueron escritas después del cuarto Evangelio (posiblemente escrito en el año 85 d. de J.C.), entonces estas tienen que ser ubicadas dentro de la última década del siglo primero. La mayoría de los eruditos reconocen que el material juanino está dirigido a la comunidad cristiana en la región del Asia Menor, donde Éfeso era su capital y centro geográfico de la comunidad cristiana influenciada por la doctrina de Juan. En semejante ambiente se pudo haber desarrollado la controversia con el judaísmo y el helenismo, además de la presencia de sincretismo religioso en la región lo cual favorecía ampliamente las tendencias heréticas que se ven en estas epístolas.
LOS VALORES DEL MATERIAL JUANINO
El material juanino contiene verdades doctrinales, eclesiológicas y éticas que trascienden en el tiempo y que son pilares fundamentales para el cristianismo de todos los tiempos, a saber, que Jesucristo es Dios-Hombre; que la justicia y el amor son indispensables para el cristiano que procura, como hijo de Dios, andar en la luz; y que la unidad, aun cuando es flexible, es una demanda impuesta sobre todas las iglesias. Por eso, esas verdades son consideradas “católicas”, es decir universales, porque su contenido es indispensablemente necesario para la vida de la iglesia en todas las edades.
Bosquejo de 2 Juan
   I. INTRODUCCIÓN, vv. 1–3
1.   Identidad del autor y sus destinatarios, vv. 1, 2
2.   La bendición apostólica, v. 3
II. CONTENIDO DE LA EPÍSTOLA, vv. 4–11
1.   Una calidad de vida regida por la verdad, vv. 4–6
2.   Una advertencia ante el error inminente, vv. 7–11
III. CONCLUSIÓN, vv. 12, 13[1]



[1] Cevallos, J. C. (2009). Comentario Bíblico Mundo Hispano, Tomo 24: 1, 2 y 3 Juan, Apocalipsis. (pp. 77–83). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.